LA ESENCIA DE LOS RECUERDOS

Por: Vicente Arturo Pichardo


La esencia de los recuerdos

Por Vicente Arturo Pichardo


G
ota a gota succiona la sangre ingiriéndola con deseo de adsorber toda la vida. Le tenía aprecio, pero como un gato salvaje jugaba con su alimento de manera que pudo complacer su apetito sexual. El tiempo no le importa. Estáconectadoen el cuello; el cuello que tanto le costó conseguir, de la chica de ojos café. Él había tenido mujeres, pero no con ojos de ese color. Mucho menos que tengan los labios suaves, el cuerpo definido y la piel morena.
Abraza el cuerpo desnudo, bajo el techo que devuelve la imagen, menos la de él; envuelto en paredes que reflejanuna cama con sábanas blancas, almohadas  sin haberlas tocado, un teléfono ya contestado; dos puertas: una de entrada, la otra de baño con un televisor cerca,y un sillón negro detrás de una mesa que tiene encima una botella de cerveza vacía.
Con cada partícula de sangre que toma va adueñándose de cada uno de sus recuerdos. Los momentos alegres y tristes. Los primeros acerca de la madre, «la toma de la mano conduciéndola al colegio». Otro recuerdo: es el de sus quince años. «Vio cuando dio su primer beso y después cuando perdió la virginidad».  La aprieta con rabia y no la suelta. Ella abre la boca como queriendo pedir auxilio, pero no produce sonido. Las manos tocan la parte superior de la cama, sólo con  movimientos pequeños. Y los recuerdos de ella se les confunden con lossuyos; que le viene a la mente la muerte de uno de los hombres que la deseaba. «Bajo la cortina de la noche le dio una mordida que le quebró la existencia».
Los fluidos sanguíneos no se detienen, llevan consigo el elíxir de la vida constante. Transmiten odio, pero al fracaso de perder ante una meta planteada.Ella ha sido más que una chica dedicada y responsable.


C
onquista a cualquierasin tener problema,en efecto, las amigas de la joven quedaron encantadas por todo el  conjunto que mostraba. Su apariencia no deja de ser la de un hombre de 21 años, y en sus ojos se percibe la madures de todas las décadas en que le ha tocado vivir.Erick, el  nombre que tuvo que adquirir por su nueva identidad.Para ocultarse, porque la verdadera lo delata, “MárfelGlasgow”, es de origen escocés. Se mescló con las amigas de Laura (la de ojos, café) y ellas seguían un juego de persuasión. Las jóvenes lo llevaron a una vivienda que sólo se escuchaba el sonido de los animales. Bajo un cielo que tenía una luna desnuda.En el interior del lugar esperaban a Laura.Él estaba inquieto, ellas impacientes. Jugaron cartas.Ellas los miraban, él preguntaba por la amiga que no llegaba; y entonces, decidió descargar sus emociones: abrazó los cuerpos, besó los labios y mordió sus cuellos. Dos días después descubrieron a las chicas en el lugar.
Se encontró con Laura, ella le preguntó que si había estado allí, él contestó que no. Lo miró por primera vez a los ojos;él mostró su engaño que se convirtió en una forma de conquistarla como hipnosis. Dejó de verlo, no se despidió ni dio razones por lo que se marchaba. Ella quedó confundida.
La llamó más de lo acostumbrado, pero encerrada en su cuarto no salía ni tomaba el teléfono. No tenía amigas con quien compartir. Sólo pensaba en la catástrofe y en la idea de que ella también podía ser una víctima al igual que Erick.
Las lágrimas caíanconstantemente a las sábanas. Sufría cada vez que se veía en una foto con las amigas,sollozando y luego gritos hasta cansarse.Enel cuarto tratabade que el sueño borrara cada uno de los momentos compartidos, pero estaban ahí, y la habían atormentado. Bajó de peso, se descuidó un poco de la casa y de su apariencia.
El timbre sonó… no se imaginó quién podría visitarla a altas horas de la noche. Sonó otra vez… fue hacia la puerta y la persona que estaba la saludó.
― ¿Cómo has estado, Erick?
―Tratando de verte, pero veo que tienes mucho que no sales.
―Sí. No sé cuánto tiempo, desde que pasó…
―No me invitas a pasar ―la interrumpió―. Me saldrán raíces aquí parado.
―Perdóname es que tengo la casa desordenada ―ella le dijocon la puerta a mitad de camino.
―No te preocupes sólo quiero charlar un poco contigo.
―En otra ocasión ―bajó la cabeza.
―Quiero verte, me gustaría verte ―la tomó por el mentón y subióel rostro poco a poco a medida que le fue hablando―. ¿Cómo hago para que entiendas?
―Es qué no me siento bien ―Laura lo miró fijamente a los ojos. Observó el brillo que emanaba de ellos, el punto rojo en el centro del iris y sintió cómo su cuerpo fue cayendo en el estado de rendirse por completa.
―Te invito a salir ―le dijo con toda seguridad.
―Sí,está bien ―sin dejarlo de ver, cambió su rostro triste por una sonrisa.
Él la besó en la frente después dio un paso atrás, ella lo haló del brazo y lo besó con más pasión. Dejó que ella se fueseacostumbrando a él.
―Me tengo que ir ―dijo Erick al tiempo que la soltó.
―Pero… ―Laura lo miró, tomó su mano― quiero que te quedes.
―Mañana podremos estar mejor.Descansa, estás muy tensa.Vendré en la noche para que salgamos.
Erick se despidió. Mientras que caminaba le surgióuna sonrisa en forma de celebración.
En la noche siguiente llegó a la casa para recogerla. Ella estaba lista para salir.
― ¿Quieres ir al cine? ―Él le preguntó.
―No.Tengo una mejor idea ―le dijo al tiempo que se acercaba. Luego le susurró en el oído el lugar donde quería ir.



A
rrebata más el líquido mientras que los ojos de la chica se van tornando grises. Y él ve los momentos en que ella lo rechazaba, en todas partes, se burlaba de manera silenciosa. Él le pedía que lo escuchara, pero no lo aceptaba.No quería tener relación alguna; no era el tiempo, ella todavía no se había recuperado de: «No, no lo hagas,¡por Dios!, toma todo lo que quieras, pero no me hagas daño. No, por favor no lo hagas. No me pidas eso, te lo suplico. Está bien pero no me lastimes.Me quitaré la ropa, pero no me hagas daño». El momento le ha sido transmitido y esa sangre que adsorbió, al igual que el recuerdo le ha producido un extraño sabor.
«Las amigas le dan los consejos y motivaciones para que acepte al joven “es apuesto, ¿por qué no le haces caso? Es verdad que Dios le da barba al…”y ella inclina la cabezay cambia el tema». La piel de la mujer se está tornando pálida y ya no produce ningún movimiento, pero todavía le queda aliento y Erick la aprieta con más deseo de que el líquido salga de sus venas como si estuviera exprimiendo una esponja. Ha quedado fascinado con el deleite. El corazón de la chica dejó de bombardear sangre. Se desprende del cuello deja dos orificios. Él quiere otra, otra aunque sea una tía. Toma la gota de sangre que le escurre de los labios y una leve imagen no tan antigua, le llega a su mente. «Laura camina acompañada de otra mujer, una de su misma edad, idéntica a ella». Erick ya sabe de dónde conseguir sangre con los mismos genes.




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